En un rincón de Mapasigue, Guayaquil, vive Dionicio Baque Merchán. A sus 78 años, su vida parece girar alrededor de la tierra, del maíz y de la esperanza. Pero desde hace algunos meses, también gira en torno a la Universidad Agraria del Ecuador, donde estudia la carrera de Agronomía.

Para llegar al campus, don Dionicio debe tomar dos buses. No se queja. Al contrario: lo asume como parte del camino hacia un sueño que parecía lejano. “He venido a estudiar aquí para capacitarme y para mostrarle a los chicos que no es obstáculo la edad cuando uno quiere estudiar”, dice con orgullo.

Los fines de semana trabaja para ayudar con sus gastos, aunque también cuenta con una beca que la universidad le renovó este año. “Nunca soñé que me iba a ganar una beca. Me siento feliz, estimulado para seguir adelante”, comenta, mientras recuerda que en Paján, su tierra natal, dejó una pequeña propiedad que le dio los primeros conocimientos agrícolas.

En la Agraria, Dionicio cursa el tercer semestre y procura llegar siempre antes de las 14:00, hora en que inician sus clases. Disfruta conversar con sus compañeros y mantiene una buena relación con los docentes. Uno de los primeros que tuvo fue el profesor Víctor Ileer, en la materia de Botánica. Con él compartió muchas anécdotas y experiencias de aprendizaje que aún recuerda con gratitud. Entre ambos nació una relación de respeto y cariño que se mantiene hasta hoy, pues el docente lo alentó a confiar en sus capacidades y a nunca dejar de esforzarse.

La sorpresa más grande, sin embargo, vino de su propia familia. “Primero estaban un poco inquietos, no lo creían. Pero ahora dicen: ‘Papá, está bien, lo felicito, siga adelante’. Se han dado cuenta de que este es un sueño que siempre tuve y que Dios quiere que lo cumpla”.

El rector de la universidad, Dr. Patricio Álvarez, lo felicitó personalmente y lo animó a continuar, asegurando que espera ser él quien coloque el birrete en su graduación. “Esta universidad es suya, es pública. Nunca es tarde para estudiar y alcanzar las metas, siempre es cuestión de ímpetu. Esta es la nueva universidad, y deseo que se gradúe y estar yo presente para colocarle el birrete”, señaló.

El Dr. Juan Calderón Cisneros, miembro académico de la CIFI, también le brindó palabras de aliento: “Gracias por estudiar con nosotros, por elegirnos. Siempre tendrá nuestro apoyo como universidad. A mí también me gusta el campo como a usted”, le expresó con cercanía, reforzando el vínculo que la institución mantiene con sus estudiantes.

Para Dionicio, la Universidad Agraria significa mucho más que un lugar de estudio. “Es un avance, un sueño hecho realidad. A mis años poder decirle a mi familia que me voy a graduar, entregarles mi título… eso es lo mejor que me puede pasar”.

Con una sonrisa, don Dionicio resume lo que lo impulsa a seguir cada día:
“Nunca es tarde para aprender, y mientras tenga fuerzas voy a seguir sembrando, no solo en el campo, sino también en mi vida.”